Casualidades - 1

Y bien. Son las 11:41 de la noche. Domingo, mañana es día festivo. Hoy me levanté temprano respecto a la intención que tenía de dormir. Anoche salimos con uno de mis mejores amigos a conocer "niñas" en alguna discoteca bogotana, como lo establecimos de costumbre desde hace unas semanas. Llegué en la madrugada a mi casa, alrededor de las 4, y quería dormir mínimo hasta mediodía. No lo logré. A las 9 am estaba despierto, con el televisor prendido y presionando los mismos botones de su control remoto. Me recriminé no poder dormir más. En algún momento de la mañana, a eso de las 11 y luego de ver alguna película, me levanté de la cama y preparé mi desayuno. No me volví a levantar sino hasta las 3 de la tarde cuando era justo tomar un baño. Mientras esto hacía un sentimiento que no es nuevo para mí pero que todavía no logro descifrar apareció de nuevo. Es una mezcla de nostalgia, tristeza, desesperanza y depresión. Sin embargo no es tan fuerte como uno de estos solos. Hice memoria de lo ocurrido la noche anterior, de la niña que conocí y de lo que hablamos. "Podemos ser buenos amigos" fue de las últimas cosas que me dijo antes de darme su número telefónico que no usaré. "Claro, para eso es que soy bueno" pensé, no lo dije. Ese fue el comienzo del sentimiento no descrito. Terminé de tomar la ducha, me alisté y sin pensarlo mucho decidí salir a caminar por las calles de Bogotá. Necesitaba ver el sol, salir del encierro y reflexionar. Pasé por un centro comercial, compré "El Lago" de Steve Alten (Me gustó al descripción de la contraportada) y el último CD de Juan Luis Guerra, el cual ya escuché y recomiendo bastante.

Salí del centro comercial tratando de encontrar un lugar al cual pudiera dirigirme ya fuera a leer mi más reciente adquisición o a tratar de plasmar en el papel lo que sentía en aquel momento. Estando en un paradero de buses, dejando pasar uno y otro, decidía hacia dónde dirigirme. Finalmente tomé uno que me llevó a un lugar a unas pocas cuadras de mi casa de hecho, pero que era un buen escenario para alejarme y aislarme de todo. Pasé por un café, compré una bebida fría y luego de observar el panorama y caminar un poco ubiqué una banca desocupada en la cual me senté. Mire por un par de minutos a mi alrededor antes de dedicarme a mi lectura. Saqué el libro de la pequeña maleta que tenía, en la cual estaba también el CD, y procedí a leerlo. No estaba completamente concentrado. El ruido de la calle, de las personas que pasaban a mi lado y de una pantalla gigante dispuesta para transmitir los partidos del mundial de futbol no me permitían sumergirme en la historia y lo leí superficialmente, afortunadamente no pasaron muchas páginas hasta que me convencí que tendría que leer de nuevo para poder entender la trama y dejarme envolver por esta.

Cerré el libro, lo metí de vuelta en la maleta y simplemente me quedé admirando el paisaje. Ví pasar varias personas preguntándome cuál sería el descenlace de cada uno de ellos este día. Preguntándome si sería mejor que el mío. No sé cuanto tiempo después me levanté de la banca y decidí emprender el camino de regreso a casa. Debió pasar un poco más de una hora. Como no estaba lejos de mi hogar, comencé a caminar esperando que el dolor que algunas veces aqueja mis rodillas no apareciera. Y no lo hizo. Era domingo, poca gente en las calles. Pocos automóviles y poco ruido. Eso me agradó. Cada cuadra que recorría tenía su propia historia. Pasé por lugares conocidos y desconocidos al mismo tiempo. Lugares que, por no levantar mi mirada, no sabía que estaban allí.