La despedida (en construcción, creo)



Amada ausente, has decidido marcharte. Aún hay tantas cosas por decir, tantas que mi mente se volvió un caos. Trataré de expresarlas en las siguientes palabras con la esperanza que nada quedará sin recibir atención…

Amada ausente, quisiera recordar un poco de nuestra historia. Nos conocimos sin querer, no estaba es tus planes, menos en los míos. Tibias miradas, conversaciones un poco fuertes y encuentros poco cordiales guiaron nuestros primeros pasos. Poca interacción tuvimos, poco tú y yo. Me fui con la seguridad de no volver a verte, de hecho no me preocupaba el tema.
Un paso fugaz por mis ojos un día cualquiera bajo circunstancias normales. Una mirada a la tuya y seguía sin saber que esa no sería la última vez que nuestros ojos se encontrarían.
Retomé viejos vicios, caminos ya recorridos, amistades de antaño sin tener el objetivo de encontrarte de nuevo. Pero lo hice. Tengo la fotografía de nuestro reencuentro grabada en mi mente, poca química en un corto saludo. Nada más. Unos días después estaríamos caminando juntos, riendo y compartiendo casi todo el día el uno al lado del otro.

Amada ausente, pero estas pocas palabras no están destinadas a recordar lo que fue o no fue. Lo que realmente quiero es que sepas lo que pienso y sé de ti. Te adoro. Cada minuto que pasé contigo lo disfruté así no dibujaras en mí una sonrisa.

Amada ausente, quiero agradecerte por darme el mejor regalo que pudiste darme: tu tiempo. Gracias por esos sorbos de sabiduría ingenua que compartiste conmigo, esos amargos sorbos que se confundían con la fría noche de esta rara ciudad. Gracias por las palabras, por la motivación, por abrirme las puertas a la imaginación, por la inspiración. Gracias por tus abrazos, tus besos, tus caricias, tu cuerpo, tu infinita blancura tersa. Gracias por llevarme a lugares de paz absoluta con cada uno de tus inquietos movimientos.

Amada ausente, decidiste marcharte y es hora de decir adiós. Aunque lo sabes, no me cansaré de decirte que eres una mujer increíble, espectacular, única. Eres una mujer en un cuerpo de jovencita que a veces no logra obtener un ganador en la batalla entre la locura o la razón, ¿Debo o no hacerlo? Sé y sabes que tu camino está lleno de éxitos que se irán dando paulatinamente a medida que abarcas el mundo. Vas a emprender el viaje más importante y grande de tu vida, hasta ahora, y no puedo sino desearte lo mejor.

Amada ausente, mientras estemos, podremos estar, aunque no guardo esperanza alguna en mi ser. No hay mejor dictador que el tiempo. Hace lo que le da la gana por más que queramos aprovecharlo. Construye tu vida, deja unos cimientos fuertes que te permitan mantenerte en pie sin importar qué tan fuerte sea la tormenta. Toda la felicidad para ti, toda la felicidad para mí.

Amada ausente, finalmente quiero agradecerte por desaparecer antes de lo indicado. Gracias porque lo haces más fácil para mí. Hasta en eso me conoces…