Tu bosquejo



Me pediste que pintara tu retrato, un bosquejo, cualquier trazo.
Pero no soy artista, no soy pintor. Ni siquiera me acerco, lo hago con temor.
Me gusta pintar con palabras, en un papel, con letras claras.
Si me permites prefiero esto y no perderme en el intento.

Comenzaré por tus ojos, la ventana de tu alma, el reflejo de tu inocencia.
Ojos dueños de una mirada encantadora, una mirada seria, enamoradora.
Ojos profundamente soñadores, ojos infinitos en los que me pierdo sin prisa.
Ojos testigos de tu historia, delatadores de tu experiencia.

Justo bajo ellos, esa bella nariz.
¡Qué gran ingenuidad revela!
Curva perfecta, piel exquisita, con poco detalle.
Ingenuidad suficiente.

Muy despacio llego a tu boca, me detengo.
Son tantas cosas para contemplar en tan poco espacio.
Siento que es tan poco el tiempo para navegar y tanto por recorrer.
Poseedora de unos labios deseados, labios vírgenes, labios anhelados.
Labios que esconden una pasión que se suelta y no encuentra freno,
Labios que me llaman, me incitan a tenerlos, a besarlos, a quererlos.
Labios que son tu más bella curvatura, tu sonrisa.
Labios alegres, labios ruidosos, labios escandalosos.

Doy un paso al frente, llevo mi mano a tu cabello, el reflejo eterno de tu belleza.
Mis dedos se deslizan suavemente sobre él queriendo perderse para siempre.
De cuando en vez rozo tus orejas, las dueñas de mis palabras, de tu vida.
Te susurro de cerca que te quiero, es muy pronto, me detengo.

Celebro tu mirada, tu nariz, tu sonrisa, tu pelo. Quiero conocerte un poco más, saber qué piensas sin que lo digas. Quiero saber que quieres solo con mirarte y poder brindarte mi cariño.

Por ahora me detengo, no he llegado a conocerte más. No quiero ser atrevido.
Si me das una pequeña luz, te describiré completa, te describiré bajo la luna.