Octubre - Segunda entrega

Caminamos de nuevo con la conversación centrada en el recuerdo de lo que recién había ocurrido. Reímos, celebramos y casi lloramos de nuevo. Las palabras iban y venían, yo trataba de hacerlas interesantes esperando una respuesta sincera y que en ningún momento existiera el silencio. No fue una conversación profunda, muy pocas veces lo ha sido. Intentaba seguir mis pasos al compás de mis palabras, coordinando mi atención con mi oído. El camino de vuelta no fue el mismo al anterior, las calles eran diferentes, las personas no eran las misas y el ambiente era más amable. Algunas veces se apoyó en mí para no caer y allí estaba yo, como siempre lo hice.

¿Cuánto tiempo es mucho cuando se habla de amor? ¿Segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, años? Años… por esa mujer esperé años. El tiempo no importa cuando se sabe que se va a llegar al éxito. Claro, es mejor alcanzarlo pronto a tenerlo más tarde, pero por esta mujer no me importaría esperar lo que fuera. Tantos días pensé en ella, tantos meses, deseando que ella pensara en mí de la misma manera. Escribía cartas, poemas, cuentos, todo lo que esta mujer me inspirara. De alguna forma, plasmaba en el papel lo que sentía y lo que quería. El papel era cómplice de mis fantasías y testigo de mis sueños.

Luego del corto trayecto, llegamos a su morada, entramos y nos dispusimos a seguir la conversación que no tenía ningún sentido. El único propósito de hablar con ella era el de escuchar su voz y sentirme en el paraíso. Me gustaba creer que nadie más que nosotros dos existíamos en el universo y que todo era nuestro, mutuamente éramos nuestros. Sentados seguimos conversando, la escuchaba atentamente sin poner mayor atención a sus palabras. En algún momento el silencio empezó a apoderarse de la habitación, señal de que la noche estaba cada vez más encima de nosotros y nos enviaba aquel ángel suyo llamado sueño. Sin descaro, decidí quedarme bajo el mismo techo y ser su guardián esas oscuras horas.

El universo se confabuló para hacer de esa noche una noche inolvidable. El cielo se oscureció más de lo normal, las nubes hicieron presencia sobre la ciudad, estaban tan emocionadas que de repente comenzaron a llorar. La atmósfera del cuarto se alió con el destino, pero no con el coraje. Fue una fuerte lluvia, tan fuerte que las gotas golpeando el techo no me dejaban escuchar mis pensamientos. La oscuridad era tal que no podía ver mi mano teniéndola a poca distancia de mis ojos, de hecho me hacía dudar que yo estuviera allí.

Ella en su cama, yo distante. Cerré mis ojos y traté de apagar mi mente. El ruido de un ventilador arrullaba la calma externa a mi. Sin embargo, dentro de mi cabeza se libraba una batalla de argumentos sin fin basados en historia, situaciones, personajes y tristezas. Pensamientos iban y venían, heridas mortales eran hechas pero la resurrección estaba presente. Cuando ambos bandos estaban mal heridos, decidí cortar todo y me atreví a pasar la frontera del espacio.

1 comentario:

Skullbocks dijo...

Muy buen Capitulo. (Y)

[Esperando la tercera entrega]