De la mujer y otros misterios... Parte 2

continuemos...

El íncipido y poco profundo mensaje tenía un propósito fundamental: reestablecer contacto. Y lo logró. Gracias a la tecnológía actual, mantuvimos un par de conversaciones sin necesidad de decir palabra alguna y dándome espacio y tiempo para pensar las cosas antes de decirlas, aunque prefiero ser de los que dicen las cosas tal cual vienen a la cabeza. En uno de esos intercambios de mensajes llegó el momento de invitarla a salir obteniendo como resultado un, muy increíble para mí, sí. Sólo eso, ese pequeño instante de la vida iluminó mi existencia la misma fracción de tiempo.

Para definir los detalles de nuestro encuentro personal pensé que era buena opción llamarla directamente y de paso escuchar esa armoniosa voz que me cautivó tanto como sus ojos. Imaginé esa llamada varias veces, dibujé en mi mente los posibles escenarios que podrían surgir y la manera de darles pronta respuesta a sus inquietudes, y a las mias. ¿A dónde ir? ¿Café, cerveza, tal vez algo más fuerte? ¿Ir a cenar, ir a bailar? Decidí, como pocas veces lo he hecho en mi vida, simplemente improvisar, dejar que la conversación fluyera y que los resultados se fueran presentando a medida que nuestras ideas se presentaran. Tomé mi teléfono, busqué su número, marqué. Primer tono... Segundo tono... Tercer tono...

- Hola?
- Hola! Soy Mateo. ¿Cómo estás?
- Hola! Muy bien, gracias. ¿Y tú?
- Muy bien. Te llamo para cuadrar la salida que tenemos pendiente (risita nerviosa). ¿Te parece si nos vemos mañana en la noche?
- ¿Mañana en la noche? No puedo, tengo un viaje, salgo mañana en la tarde. - En este momento apareció aquel fantasma riéndo burlonamente y diciéndome "te lo dije" - Pero tengo tiempo hoy, ¿te parece si nos vemos hoy? - Toma eso, en tu cara estúpido fantasma.
- Por supuesto! Nos vemos en la esquina a las 8, ¿te parece?
- Perfecto. Nos vemos más tarde. - Otro pequeño instante de iluminación.

Salí tranquilamente al encuentro con aquella mujer. Me sentí aliviado, muy aliviado. Tranquilo. Caminé despacio, caminé pensando en lo que sería nuestra conversación, programando los temas que quería tocar con ella y que me hicieran parecer interesante sin llegar a ser prepotente, bueno tal vez un poco. En un par de ocasiones durante el camino no podía creer que esta salida fuera a tener lugar, fuera a ocurrir. Algo tan irrelevante para muchos era para mí un paso gigante para obtener algo que durante toda la vida he deseado pero que nunca he logrado: estar con una mujer que realmente me guste.

Llegué al lugar indicado para el encuentro con diez minutos de anticipación. Perfecto, lo último que querría era que ella tuviese que esperar. Quince minutos después la ví venir. No pude evitar que mi rostro creara una sonrisa que ella correspondió. Nos saludamos, entramos al sitio que habíamos elegido y nos sentamos en una mesa cerca a la salida. Conversamos. Reímos. Coincidimos. Bebimos. Conocer a esta mujer y saber que compartíamos la visión de la vida de manera tan similar me llevó a imaginar muchas cosas. Me llevó al futuro con ella. Estúpido, era sólo una primera noche.

Luego de un par de cervezas salimos de aquel sitio que había sido testigo de una conversación interesante pero nada comprometedora. Tomamos un taxi, llegamos a su casa, observé como abría la puerta, entraba y la cerraba. Seguí hacia mi hogar. Acordamos en salir de nuevo.

Dormí plácidamente.

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